jueves, febrero 25, 2010

Creatividad y educación


Cualquier profesor universitario se encuentra con alumnos adultos que han dejado atrás muchos años de enseñanza primaria y secundaria y que llevan encima muchas "horas de asiento" en las aulas, en las bibliotecas y en sus lugares de estudio. Sin duda ellos (como nosotros, sus profesores) han pasado muchas horas en esa actividad intelectual, sentados y usando la cabeza, más que en actividades físicas (manuales o corporales en general), como tocar instrumentos musicales, bailar o hacer deporte.

Eso es así porque la Universidad es una institución enormemente sesgada hacia el trabajo intelectual, que sólo desarrolla actividades artísticas y deportivas de forma marginal o secundaria. Cuando el estudiante se convierte en profesor se va a ver si cabe cada vez más obligado a pasar horas y horas leyendo y escribiendo artículos, informes y trámites burocráticos que le llevarán a reducir sus horas de ejercicio físico y artístico y le irán convirtiendo en un candidato a las enfermedades cardiovasculares.

Creo que la necesidad de compensar ese exceso se tiene que ir viendo a todos los niveles, individuales y colectivos. Mis alumnos de este año se han dirigido muy mayoritariamente a realizar trabajos prácticos manuales, que no sólo les permiten aprender anatomía y tafonomía de fósiles de vertebrados, sino que les permiten también descansar el fatigado intelecto y dejar por un rato "la mente en blanco", al igual que lo permiten las actividades artísticas y deportivas. De vez en cuando, la necesidad que tiene un estudioso de dejar de pensar, de ensimismarse y de concentrarse en un trabajo manual o en un deporte la nota cualquier observador atento. Yo he agradecido siempre el trabajo de campo en Geología por esa maravillosa combinación de ejercicio y de contemplación que conlleva la recogida de datos y muestras geológicas.

Lo que no tenía yo tan claro, y que me ha quedado muy evidente en esta conferencia de Ken Robinson, es que este exceso de intelecto en nuestro sistema educativo pueda ir en contra del desarrollo y expresión de la creatividad innata.



Resulta cada vez más evidente que hemos de aprender continuamente de los errores, nuestra gran fuente de enseñanza, y valorarlos mucho como jalones del camino. Tiene razón Ken Robinson cuando dice que la creatividad se muestra en quienes, como los niños, no temen a las equivocaciones.
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