martes, agosto 04, 2009

Enseñanza Universitaria Activa vs. Pasiva

Una queja muy frecuente de los usuarios del sistema de Educación Superior en España es la de que los docentes empleamos una metodología muy tradicional de enseñanza pasiva, con contenidos demasiado teóricos y escasa práctica.

Todos hemos sufrido el recibir o impartir muy numerosas horas de lecciones magistrales (conferencias) entre una y dos horas de duración durante cinco días a la semana, durante unas 30 semanas cada curso. Entre tanto hay exámenes parciales y al terminar cada asignatura, exámenes finales. Lógicamente, enseguida se te olvidan los datos aprendidos, para poder memorizar los siguientes... Podéis leer aquí las reflexiones de una alumna valenciana al comparar este modelo de enseñanza con el que ha recibido en el Reino Unido. Allí los alumnos reciben pocas clases y han de trabajar por su cuenta, participando en seminarios, discutiendo sobre los temas tratados y redactando ensayos personales (nuestros trabajos individuales).

Hace tres años que empecé a reducir el número de conferencias de mis clases teóricas, sustituyéndolas por seminarios para las reuniones de los grupos de trabajo. Hasta entonces los alumnos habían realizado trabajos personales en sus horas libres, lo que les había agobiado a algunos por tener que realizar las dos tareas: recibir muchas clases y realizar trabajos personales. Esto está ocurriendo ahora en muchas "asignaturas piloto" de adaptación al famoso Espacio Europeo de Educación Superior, según decir de algunos alumnos agobiados. Si la enseñanza no debe ocupar más horas, cosa en la que todos estamos de acuerdo, al aumentar las horas de aprendizaje activo habrá que reducir las horas de enseñanza pasiva.

Pues bien, nadie está contento con todo. Este año he reducido el número de conferencias a una lección magistral por semana, para que los alumnos pudieran disponer de más horas para realizar sus trabajos. Pero algunos alumnos querían más conferencias y se han quejado de que han recibido pocas. Sobre este caso, dos lecturas son posibles: si las lecciones impartidas "saben a poco" y han dejado una sensación de necesidad o carencia, significa que no han cansado ni aburrido, lo cual es positivo para el profesor. Pero si esa carencia refleja verdadera escasez e insatisfacción por haber recibido insuficiente información, el profesor es deudor del alumno y del sistema educativo que le financia. También en el mismo grupo ha habido alumnos satisfechos y alumnos agobiados, de modo que la justa medida es difícil de precisar.

En fin, supongo que un chef de un restaurante se encontrará con el mismo dilema: cuánta cantidad y calidad debe dedicar a cada menú para que el comensal no sufra de hambre ni de empacho. Poco a poco veremos cada vez más una Universidad "a la carta".
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1 comentario:

Davi dijo...

Acabo de ver la conferencia de Ken Robinson y me he acordado de esta entrada, la cual, me sorprendió mucho, pués pensaba que todos los alumnos quedaban satisfechos de asignaturas activas que se separan de la línea de la educación "tipo" en la que ya hemos invertido tantas horas, aunque solo fuese por novedosa.
Ha llegado un momento en el que la creatividad o la iniciativa, o incluso la práctica nos cuestan más esfuerzo que el aprendizaje de "siempre" en el que somos muy competentes. Un esfuerzo que aveces, supongo, no te agrada hacer porque es un terreno en el que te sientes muy novato e inseguro...(miedo a la equivocación nuevamente). Creo que debemos tomárnos esta nueva educación como un reto pués resulta en un aprendizaje más sano (cultural y biológicamente hablando)

Una opinión de una alumna con mucha experiencia en ser alumna (quizás demasiada)