
Entre los que asistimos y los que se sumaron al evento a distancia, debimos reunirnos un centenar de personas con una gran variedad de trayectorias e intereses. Las lineas de investigación representadas iban desde la genética de poblaciones y la biología de la conservación hasta las alteraciones edáficas y el registro geológico de los tsunamis. Tanto los que habíamos sido alumnos suyos como los que no, todos reconocimos la dimensión histórica de su figura en la ciencia española.
Emiliano era un profesor al que nadie conseguía tomar apuntes, pero al salir de cada una de sus clases habíamos obtenido una perspectiva mayor de la que teníamos al entrar. Era un prolífico orador y no empleaba métodos de enseñanza participativos, pero todos sus alumnos se sentían animados a participar. Su talante entusiasta y respetuoso permitían a todos acercarse a los temas más desconocidos sintiéndose curioso y capaz de aprender algo para salir de la ignorancia. Supo conectar con una gran variedad de mecenas, aficionados, alumnos, colegas, expertos, proveedores y todo tipo de público en diversas lenguas, y si ha llegado hasta su avanzada edad a través de tantas vicisitudes con su cabeza en magnífico estado, estamos seguros de que su maestría y su persona nos sobrevivirá a muchos.
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